MADRID, ESPAÑA / DIARIO ABC.ES.— Cada vez es mayor el número de estudios que demuestran que los cigarrillos electrónicos –o ‘e-cigarrillos’– son una herramienta muy útil para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. Unos estudios, asimismo, que han constatado que estos e-cigarrillos son mucho, pero mucho menos tóxicos que el tabaco ‘tradicional’. Pero cuidado: que sean más seguros no quiere decir que sean totalmente inocuos.
Y es que si bien vapear parece ser mucho mejor para la salud que fumar, siempre será peor que no hacer ‘nada’ –ni cigarrillos electrónicos ni convencionales–. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Reina María de Londres (Reino Unido) muestra que el ‘vapeo’, muy especialmente a largo plazo, aumenta notablemente el riesgo de desarrollo de infecciones pulmonares –al mismo nivel que el tabaco o la contaminación por la combustión del petróleo y sus derivados.
Como explica Jonathan Grigg, director de esta investigación publicada en la revista «European Respiratory Journal», «el neumococo es una bacteria que puede residir en nuestras vías aéreas sin causar enfermedad. Sin embargo, en algunos casos puede invadir las células que recubren estas vías, causando así una neumonía o una septicemia. Ya sabemos que la exposición al humo del tabaco tradicional ayuda a estas bacterias a pegarse a las células que revisten las vías aéreas y, por tanto, aumenta el riesgo de infección. Y ahora, lo que queríamos saber era si los e-cigarrillos tienen el mismo efecto».
¿Tan malo como el tabaco?
El objetivo del estudio fue evaluar los efectos del vapor de los cigarrillos electrónicos sobre el ‘receptor del factor activador de plaquetas’ (PAFR), molécula producida por las células que recubren las vías aéreas y que, como ya demostró un trabajo previo de los mismos autores, es utilizado por el neumococo para ‘pegarse’ a estas células específicas. Una ‘unión’ vía PAFR que aumenta, y mucho, la posibilidad de que la bacteria pueda colarse en la célula, se extienda por todo el tejido y origine una infección.
Pero, ¿por qué fijarse específicamente en este PAFR? Pues porque ya se sabe que sus niveles se incrementan en respuesta al tabaquismo –tanto ‘activo’ como pasivo– y a la contaminación. Es decir, el incremento en la producción de PAFR es una de las causas por las que los fumadores, los fumadores pasivos y las personas que respiran un aire ‘viciado’ tienen un mayor riesgo de infecciones pulmonares.
Los autores utilizaron un cultivo de células del revestimiento de la nariz humana y los expusieron al vapor de e-cigarrillos –con y sin nicotina–. Y lo que vieron es que, como consecuencia de este ‘vapeo’, las células triplicaron su producción de PAFR. Con independencia de que los e-cigarrillos empleados tuvieran o no nicotina. Pero aún hay más. Los investigadores añadieron el neumococo al cultivo de células ‘vapeadas’. Y dado el incremento de los niveles de PAFR, la tasa de neumococos que se ‘anclaron’ a las células se vio duplicado.
El siguiente paso fue analizar los efectos de los e-cigarrillos en un modelo animal –ratones– al que obligaron a inhalar el vapor de la combustión de estos productos. ¿Y qué pasó? Pues que la exposición a este ‘vapeo’ también aumentó los niveles de PAFR e incrementó la concentración de neumococos en el tracto respiratorio, provocando así que los animales fueran mucho más susceptibles a una infección.
Sin embargo, y obviamente, no es lo mismo un ratón que un ser humano. Por ello, los autores llevaron a cabo un último experimento para evaluar los niveles de PAFR en células del revestimiento de la nariz de 17 adultos voluntarios que, bien eran usuarios habituales de cigarrillos electrónicos con nicotina –10 participantes– o sin nicotina –un participante–, bien ni vapeaban, ni fumaban, ni nada –los seis restantes–. Así, lo que hicieron los autores fue medir los niveles de PAFR de todos los participantes antes y después de que los 11 vapeadores dieran un mínimo de cinco caladas a sus e-cigarrillos en un periodo de cinco minutos. Y de acuerdo con los resultados alcanzados tras una hora de espera, los niveles de PAFR eran, de nuevo, tres veces superiores en los participantes vapeadores.
No son inocuos
En definitiva, como indica Jonathan Grigg, «en conjunto, nuestros resultados sugieren que el ‘vapeo’ provoca que las células del revestimiento de las vías aéreas sean más vulnerables a las bacterias. Y si esto ocurre cuando un vapeador se encuentra expuesto al neumococo, podría incrementar el riesgo de infección. Algunas personas vapean porque piensan que es totalmente seguro, o como herramienta para dejar de fumar, pero nuestro trabajo refuerza las evidencias de que vapear tiene el potencial para causar efectos adversos. Por el contrario, otras ayudas para dejar de fumar, caso de los chicles o los parches, no conllevan la exposición a altas concentraciones de compuestos potencialmente tóxicos».
Como concluye Mina Gaga, presidenta de la Sociedad Europea de Neumología (ERS), «los e-cigarrillos son todavía muy recientes y no tenemos suficientes evidencias sobre cómo afectan al cuerpo humano. Estudios como este nos alertan de cuáles pueden ser los riesgos. Los daños del tabaco no son evidentes de forma inmediata, suelen desarrollarse después de años de exposición, por lo que tenemos que investigar más y seguir a los vapeadores a lo largo del tiempo para ver cuáles pueden ser los efectos a largo plazo sobre la salud».