El tabaco, origen del 40% de los casos de cáncer de vejiga

Fuente: Redacción Médica

El cáncer de vejiga es un tumor mucho más frecuente de lo que a veces nos transmiten las estadísticas. Ocupa el noveno lugar en cuanto al número de diagnósticos de cáncer a nivel mundial. Sin embargo, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en España se posiciona en el quinto tumor más frecuente en ambos sexos. La media de edad al diagnóstico se encuentra en torno a los 70 años. Curiosamente existen diferencias geográficas marcadas, siendo los tumores de la vía urinaria mucho más frecuentes en el oeste europeo (incluida España) y América del Norte, que en Asia o Europa del este.

Según un comunicado de esta sociedad científica, la mayoría de estos tumores se diagnostican en fases precoces de desarrollo y se pueden curar con cirugías más o menos extensas. Sin embargo, cuando el tumor está más avanzado, la curación puede ser difícil y los objetivos del tratamiento cambian hacia prolongarla supervivencia y mejorar la calidad de vida del enfermo.

La principal causa conocida del cáncer de vejiga es el tabaco, al que se atribuyen más del 40 por ciento de todos los casos diagnosticados. El tabaco no sólo afecta nuestra vía respiratoria a través del humo. Más de 60 productos carcinógenos contenidos en los cigarrillos son absorbidos y eliminados por la orina afectando en gran medida a las células de la pared de nuestra vía urinaria.

Algunos estudios defienden la relación entre la infección por HPV (virus del papiloma humano) y el cáncer de vejiga. Se estima que hasta un 17 por ciento de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del HPV de alto riesgo.

Otros factores de riesgo

Existen otros factores de riesgo, pero la mayoría de ellos no son habituales en nuestro medio. Entre estos factores se incluye la exposición a algunas sustancias químicas de uso industrial (ciertos metales, tintes y gomas); la exposición a un fármaco llamado ciclofosfamida, que es un tipo de quimioterapia; o la esquistosomiasis, una infección producida por un parásito que suele encontrarse en África y ciertas regiones de América Latina.

No se ha demostrado de forma clara que la presencia de antecedentes familiares de cáncer de vejiga aumente el riesgo de desarrollar la enfermedad en otros miembros de la misma familia, aunque el diagnóstico en pacientes menores de 60 años debería considerarse con especial atención.

Tratamiento

La resección de la vejiga con linfadenectomía pélvica (cistectomía) es potencialmente curable para los pacientes con cáncer de vejiga músculo invasivo. Esta cirugía supone una operación mayor asociada con un período importante para la recuperación. La supervivencia a los 5 años asociada a cistectomía es alrededor del 60 por ciento.

La neoadyuvancia basada en combinaciones con cisplatino mejora la supervivencia. Se recomienda a los pacientes elegibles para recibir quimioterapia basada en cisplatino con estadiajes T2-T4a, cN0M0.  La neoadyuvancia  no parece afectar a la comorbilidad de la cirugía. Pacientes con respuesta completa a la neoadyuvancia (pT0N0) tiene un impacto muy positivo en la supervivencia.  Dos ensayos clínicos y un meta análisis han demostrado que las neoadyuvancia basada en combinaciones de cisplatino conduce a un aumento de la supervivencia en paciente con cáncer de vejiga músculo invasivo. El estudio del Southwestern Oncology Group (SWOG) 8710 comparó tres ciclos de metotrexato, vinblastina, doxorrubincina y cisplatino (MVAC) seguido de cistectomía con solo cistectomía demostrando un beneficio para la neoadyuvancia de 77 meses versus 46 meses con solo cirugía.

El tratamiento adyuvante basado en cisplatino puede ser ofrecido a pacientes que no han recibido neoadyuvancia y presentan con pT3/4 y/o afectación ganglionar.  En un meta-análisis publicado en 2013, la adyuvancia basada en cisplatino reduce el riesgo relativo de mortalidad en un 23 por ciento y la supervivencia libre de enfermedad en un 34%.

En la enfermedad metastásica el desarrollo de fármacos activos en cáncer de vejiga avanzado ha sido claramente inferior comparado con otros tumores. Muchas razones han influido en el lento desarrollo como la escasez de recursos o complejidad de la biología tumoral.

Entre las terapias que se emplean actualmente, está la combinación de MVAC y gemcitabina/cisplatino (GC), que aumenta la supervivencia hasta 14.8 y 13.8 meses respectivamente, comparado con monoterapia y otras combinaciones. Como el régimen de gemcitabina/cisplatino tiene mejor tolerancia es el Gold estándar en primera línea de enfermedad metastásica.

Por otro lado, hasta el 50 por ciento de los pacientes con enfermedad metastásica no son elegibles para cisplatino (pacientes ‘unfit’). Una de las razones es la edad de diagnóstico de los pacientes, a menudo muy avanzado por lo que frecuentemente los pacientes asocian comorbilidades. En estos pacientes la sustitución del cisplatino por el carboplatino ha demostrado un beneficio clínico.

Mientras, en segunda línea de tratamiento, vinflunina representa la mayor evidencia reportada con un beneficio en supervivencia en la población elegible. Por otro lado, en mayo de 2016, la FDA aprobó atezolizumab para tratar el carcinoma urotelial. Este es el primer fármaco de su clase (inhibidores de PD-1 / PD-L1) aprobado para tratar el cáncer de vejiga.  Atezolizumab se dirige a PD-1 / PD-L1 (proteínas que se encuentran en las células inmunes del cuerpo y algunas células tumorales). Está aprobado en Estados Unidos para el tratamiento de pacientes con carcinoma urotelial localmente avanzado o metastásico cuya enfermedad ha empeorado durante o después de la quimioterapia basada en platino, o dentro de los 12 meses de recibir quimioterapia con platino, ya sea antes (neoadyuvante) o después (adyuvante) del  tratamiento quirúrgico.

“Todos estos fármacos han podido ver la luz gracias a la realización de ensayos clínicos en múltiples centros del mundo, y a la generosa participación de los pacientes en ellos. En estos avances, ha habido una participación muy significativa de centros españoles. Seguimos creyendo que la mejor opción, en la medida de lo posible, es la participación en ensayos clínicos que sigan intentando mejorar la seguridad y eficacia de estos tratamientos”, indica la SEOM.

 

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